lunes, 19 de diciembre de 2011

Diez años de Diciembre de 2001: Para la memoria de todos y todas


El 19 de diciembre de 2001, cuando comenzaban a suceder los hechos que cambiaron radicalmente nuestra historia, escribí estas "crónicas y reflexiones". Como aporte para la memoria histórica colectiva, las comparto con todos y todas ustedes, al cumplirse los 10 años de aquellos acontecimientos. 
SES estaba recién empezando. Argentina ya no sería nunca más la misma, después de aquellos acontecimientos. 
Vaya nuestro homenaje a los que dieron la vida por la Patria que hoy recuperamos, en particular, para nuestro querido compañero, el Pocho Lepratti.
                                                                             Alberto Croce
                                                                           Director de Fundación SES



¿El principio del fin o el principio del principio?
(Secuencia completa para la memoria)

19/20 de diciembre de 2001


Es la 01.35 del jueves 20 de diciembre. Acabo de venir de la reunión de la Mesa Nacional del Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO), que en los últimos días organizó la consulta popular que reunió más de 2.500.000 de votos.
Por la mañana, en reunión del Equipo de Coordinadores de la Fundación SES, intercambiábamos sobre las versiones que hablaban los saqueos que comenzaban a realizarse en uno, dos, diez, cien, cientos de barrios de todo el país.
Nos fuimos con el coordinador de los programas sociales de empresas a los barrios en dónde trabajamos porque nos informaban que se estaban saqueando un Carrefour que está al lado de estos barrios.
Cuando llegamos al barrio todo era confuso. Cientos de personas de toda la zona se iban con los carritos del supermercado llenos de todo lo que podían cargar en ellos. Autos de los barrios cercanos recogían cosas que se llevaban rápidamente.
Al entrar al barrio estaban los dirigentes de sus organizaciones debajo de un árbol. Abatidos moralmente. "Este no es el país que queremos", -nos dicen como primer comentario. Algunos jóvenes que participan de nuestros programas llevaban bolsas de alimentos. Algunos se escondían de nosotros con vergüenza. Otros, nos miraban como pidiéndonos disculpas...
Nos fuimos al salón comunitario y nos pusimos a conversar. Al minuto, los dirigentes se pusieron a llorar de impotencia. Los escuchamos. Y perdónenme guardar aquellos comentarios tan íntimos y profundos.
Luego se sumaron algunos jóvenes que no participaron en el saqueo. Uno de ellos, mientras todo esto pasaba, se puso a inscribir a otros jóvenes para los talleres de música y teatro que se iban a realizar en el barrio. Silenciosamente, en medio de la impotencia generalizada, escribía los nombres de los que se sumarían a estos talleres.
Eran las 18.00 cuando nos llamó Laura diciendo que la avenida Cabildo era un caos. Que los negocios cerraban y que las versiones decían que la gente venía hacia la Plaza de Mayo.
Me fui a casa. Pude prender el televisor. Allí, el caos. Todos lo pudimos ver. Por todos lados saqueos, balazos, heridos, muertos. La gente con bronca. Mucha, mucha bronca. Esto se expresaba en lo que se veía: No era sólo llevarse alimentos. Se rompían vidrios, persianas, góndolas de supermercados. Todo expresaba la bronca generalizada. Todo descontrolado.
No tenía sentido estar mirando todo esto por televisor. Me puse a llamar a algunos compañeros de otras organizaciones para ver qué hacíamos. Mucha confusión. Nadie sabe qué hacer. Un compañero me dice que habría que hablar con Claudio Lozano. Entonces me decido ir a la sede central de la CTA.
Me fui en un remise. El remisero tenía miedo pero fuimos igual. Allí estaban Víctor de Gennaro, Luis D'Elía, Nora Cortinas, gente de HIJOS, del Instituto movilizador de Fondos Cooperativos, Marta Maffei, algunos diputados nacionales, dirigentes gremiales de distintos lugares del país, Ariel Basteiro... Reunión de la Mesa Nacional del Frenapo. Le pido a Víctor que me permita estar presente. Marta Maffei dice que no es tiempo de tantas formalidades...
La reunión comienza con el intercambio de información sobre lo que está pasando: "El justicialismo ya decidió la caída de De La Rúa", "las fuerzas armadas no quieren reprimir", "El decreto de Estado de Sitio es anticonstitucional", "ha muerto un dirigente de Ate Rosario en los hechos allí sucedidos"... Todo es muy duro. De Gennaro anuncia que se ha decretado un paro nacional. Y se exige al gobierno nacional que derogue inmediatamente el Estado de Sitio.
Mientras estamos en la reunión, habla el presidente de la nación. No lo escuchamos pero de golpe comienza el estruendo. Miles y miles de cacerolas empiezan a sonar por todos lados. La gente desde los balcones, en las casas, en las calles, golpean ollas, platos, tapas, latas... El ruido se hace increíblemente ensordecedor. Por todos lados lo mismo. La gente sale espontáneamente a las calles. Por miles. Y en la calle primero cantan y gritan. Pedimos que se vaya Cavallo. Luego, como movidos por un mandato interior, algunos grupos se van a la Plaza de Mayo, otros a la Plaza del Congreso.
La ciudad se vuelve un caos. Miles de personas en las calles. Como nunca ví. Chicos, mujeres, ancianos. Todos. La gente pide que los políticos se vayan. La gente dice que está harta. Lo que más se escucha es "que se vayan". La gente pide que "no me roben más."
Yo pienso que es importante volver a casa a escribirles estas líneas. Me cuesta irme de todo el corazón de este pueblo levantado y en la calle como nunca. Pienso en ustedes y quiero contarles lo que estoy viviendo. Así. Sencillamente. Y me vuelvo a casa.
Y mientras les escribo estas líneas anuncian primero la renuncia de Cavallo y, luego, la de todos los ministros del Gobierno. Son las 2.00 de la mañana. La noche será muy larga. Todo esto pienso que recién comienza...
Y pienso con ustedes...
Hace meses que estamos diciendo que esto así no va más. Lo hemos dicho -muchos de nosotros- de todas las maneras posibles. Ahora esto se hace evidente sólo para los que no quisieron ver antes. Esto se hace ahora muy difícil. El caos es generalizado.
El 11 de setiembre dos aviones impactaron en las torres gemelas y sacudieron el sistema internacional avisando al mundo entero que, más allá de la prepotencia de la guerra, si no hay cambios profundos en la manera de entender el sistema económico mundial, ya no será posible la paz en el planeta.
El 19 de diciembre marcará un hito indudable en la historia de Argentina.
Es importante que pensemos cómo se supera este estado de conmoción social tan profunda.
El pueblo -que de golpe empezó a llamarse así y no gente, como el sistema neoliberal nos había enseñado a llamar- el pueblo esta cansado. Harto. Sin esperanza. Con hambre. Sin trabajo. Sin horizontes. Mientras tanto, algunos insensatos se han seguido enriqueciendo descaradamente, obscenamente, cerrando su corazón y esquivando la mirada de los miles que sufren y lloran su exclusión.
Así no va. O hay una profunda distribución de la riqueza; reinversión de los recursos; inteligencia y sensatez política; honestidad y compromiso patriótico... o todo será mucho más difícil. Ya quedan menos opciones. Argentina se vuelve un llamado de atención para el mundo. No es Afganistán. Sin embargo hay mucha hambre. La gente no da más. ¿Será porque estamos acostumbrados a comer? ¿Y estará mal eso?
La dirigencia política será la primera que deberá responder. Debe dar una respuesta dentro del sistema. Lamentablemente, no creo que acierten. Y el pueblo ya no les dará más crédito. Ojalá me equivoque pero pienso que no serán estos políticos y funcionarios quienes puedan dar las respuestas que el país y su pueblo necesita.
¿Entonces? Habrá que buscar entre los dirigentes no tradicionales. Entre muchos que, como ustedes, tratan día a día de construir un país solidario y luchar contra la pobreza.
Democracia real, organización social, renovación ética y espiritual, reactivación económica. Son las claves. Y los dirigentes que vendrán deberán transformarlas en banderas.
¿Es una utopía? No lo sé. Pero es la única posibilidad. Es el único proyecto verdaderamente SUSTENTABLE.
Queridos amigos. Son las 02.30. Seguiré mandándoles la información que pueda enviarles. Todo es muy duro. Estoy muy triste. Quisiera poder aportarle a mi pueblo y a mi país lo poco o mucho que esté a mi alcance. Siguen sonando las cacerolas. Siguen sonando las bocinas. Nos seguimos preguntando cómo serán las próximas horas. Mientras tanto, desde este lugar del mundo desde dónde les escribo, sé que muchos de ustedes están aquí conmigo, que estamos juntos. Y eso, en medio de todo lo que viví y sigo viviendo hoy, es motivo de esperanza en medio de la noche.
Alberto César Croce

22 de diciembre de 2001
Comienza el sábado 22 de diciembre. Es la 1.00 de la madrugada. Ayer, viernes, fue un día muy tenso en Buenos Aires. Desde la mañana, luego del violentísimo jueves en el cual, durante más de diez horas seguidas, hubo enfrentamientos, violencia y muertes en el mismo centro de la ciudad.
La histórica Plaza de Mayo fue el centro crítico de toda la represión. Quizás, la imagen más patética fue la de la policía montada cargando contra las Madres de Plaza de Mayo que hacían su tradicional ronda de los jueves. Como nunca, todos los argentinos sentimos que la historia y la pesadilla se nos venían encima con un dramatismo patético.
Por tarde, luego de la parodia final e irrespetuosa del renunciante presidente, en la cual intentó hacernos creer que pretendía demostrar un acto de grandeza cuando en realidad ponía en evidencia una mezquindad inmensa tratando de minar aún más la posibilidad de superar la inmensa crisis que vivimos.
Luego todo se precipitó. La noche del centro de Buenos Aires fue caótica y la mañana del viernes encontró a los argentinos pasmados.
La Asamblea Legislativa estaba convocada para las 11.00 de la mañana. Finalmente se reunió y, hacia el fin del día, el partido justicialista realizaba acuerdos para encontrar salidas institucionales a la crisis.
En este marco, me parece necesario hacer algunas reflexiones. Quiero compartirlas con todos ustedes.
¿Cómo construir el principio del principio?
Hoy, en Argentina, hay dos grandes grupos sociales que han reasumido un protagonismo inusitado que genera un nuevo marco social que hay que tomar en cuenta.
Por una parte, están los pobres. Millones de pobres en Argentina. Así, sin eufemismos. Los pobres. El 19 de diciembre por la mañana, miles y miles de pobres tomaron por asalto los supermercados y aparecieron durante horas en las pantallas de TV, no sólo del país, sino del mundo entero. "Lo que no está en la televisión no existe" -dicen algunos. Pues bien, de pronto, era evidente que los pobres existían. Y por miles.
Los pobres hoy reclaman, básica y urgentemente dos cosas: TRABAJO Y ALIMENTOS. Pongámoslo como queramos, démosle el orden que parezca más conveniente. Pero esto es lo que reclaman. Quieren poder trabajar y necesitan alimentos.
Por otra parte, está la "clase media", los dueños del "cacerolazo" del miércoles por la noche. Estos miles y miles de personas exigieron la renuncia de Cavallo y de De La Rúa. Pero iban por más. ¿Qué quiere este sector?
Escuchando a la gente estos días, me pareció comprender que quieren cosas muy concretas, para empezar a devolver el crédito al sector político. Quieren disminuir a la mitad los diputados y senadores. Limitar el número de asesores de estos legisladores. Que reduzcan su sueldo a la mitad, Que eliminen las jubilaciones de privilegio. Que cambien los jueces de la Suprema Corte de Justicia, ya excesivamente descalificados.
En el punto en que ambos grupos están de acuerdo, más o menos expresamente, es la necesidad de un cambio muy profundo de la política económica. Días antes de este estallido, más de 2.500.000 ciudadanos lo reclamaron claramente en la consulta popular organizado por el FRENAPO.
Ante esta situación, es urgente que los políticos argentinos tomen en cuenta que deben dar respuesta a estas cuestiones señaladas más arriba. Si las respuestas que dé la Asamblea Legislativa se limitan a garantizar la formalidad institucional pero no abren la puerta a las reformas arriba mencionadas, el pueblo -que está muy movilizado- no resistirá esta nueva traición de su clase política. Y va a reaccionar con dureza.
Los primeros datos que tenemos a estas horas de la madrugada es que el justicialismo ha cerrado un acuerdo que cristalizará esta tarde en el Congreso. Sin embargo, no hemos escuchado nada de propuestas y alternativas. Es necesario entonces comprender que no se podrá soportar un "acuerdo electoral" del sector político que no tenga respuestas claras para las clases medias y para los pobres.
La "unidad" de los políticos puede transformarse en un mero acto corporativo si la gente no siente que se están teniendo en cuenta estas demandas.
Cualquier negación de esta realidad está seriamente comprometida en sus posibilidades de éxito.
Esta tarde, posiblemente, cientos de personas, quizás miles de personas, estarán a las puertas de la Legislatura exigiéndole al Congreso de la Nación que tenga en cuenta estas necesidades.
Si la corporación política no acierta en una respuesta representativa razonable, creo que la crisis puede precipitarse y agravarse aún más en cuestión de horas.
Si esto sucediera, la noche de Argentina se extenderá aún más, a la espera de la construcción de alguna nueva alternativa que se volverá indispensable.
El sistema político tiene entonces una nueva chance (la última de estos políticos). Si la dilapida, se pone y nos pone a la deriva.
Hoy, mientras la gente en la calle decía y repetía hasta el cansancio, en miles de charlas espontáneas: "¿Qué pasará de ahora en adelante? ¿En qué puede terminar todo esto?", los políticos parecían una vez más no entender el mensaje que la sociedad les había dejado.
Quisiera repetirlo con fuerza: NO ALCANZA CON HABLAR DE DOLARIZACIÓN O DEVALUACIÓN. De eso venimos hablando desde hace meses. No hay autoridad moral para hablar de estos temas macroeconómicos sin definiciones claras en lo ético-político.
Los pobres de Argentina necesitan sentir claramente que quien gobierna comparte una sensibilidad sincera por su dramática situación actual. Cualquier payasada mediática puede provocar un incendio.
Las clases medias de Argentina necesitan sentir que los políticos entendieron el cacerolazo del miércoles por la noche. Dijimos "basta de Cavallo", "basta de De La Rúa", Y BASTA DE TODO LO QUE SE LES PAREZCA.
Es la oportunidad de estos políticos para demostrarnos que son capaces de liderar un proceso de transformación en Argentina. Una oportunidad histórica y única.
Es un momento de delicadeza extrema. Más de 25 muertos pesan sobre esta oportunidad. La realidad no da para más. Hay grandes intereses encontrados en la Argentina y no es posible conciliarlos a todos con las necesidades de las mayorías.
Quienes asuman el gobierno deberán hacer rupturas fuertes con los sectores que nos han llevado a esta situación desesperante. Insistir en el mismo camino sería necio y suicida. Y pondría a los políticos en la situación de conspirar contra la democracia.
Por ello, el clamor del pueblo, este sufrido y vapuleado pueblo argentino, es decirle y exigirle claramente a los políticos: DEFIENDAN LA DEMOCRACIA. NO LA DESTRUYAN. NO CONSPIREN CONTRA LAS INSTITUCIONES. NO TENDRAN PERDON SI LO HACEN.
Alberto César Croce


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