El 19 de diciembre de 2001, cuando comenzaban a suceder los hechos que cambiaron radicalmente nuestra historia, escribí estas "crónicas y reflexiones". Como aporte para la memoria histórica colectiva, las comparto con todos y todas ustedes, al cumplirse los 10 años de aquellos acontecimientos.
SES estaba recién empezando. Argentina ya no sería nunca más la misma, después de aquellos acontecimientos.
Vaya nuestro homenaje a los que dieron la vida por la Patria que hoy recuperamos, en particular, para nuestro querido compañero, el Pocho Lepratti.
Alberto Croce
Director de Fundación SES
¿El
principio del fin o el principio del principio?
(Secuencia completa para
la memoria)
19/20
de diciembre de 2001
Es la 01.35 del jueves 20 de
diciembre. Acabo de venir de la reunión de la Mesa Nacional del
Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO), que en los últimos días
organizó la consulta popular que reunió más de 2.500.000 de
votos.
Por la mañana, en reunión del
Equipo de Coordinadores de la Fundación SES, intercambiábamos sobre
las versiones que hablaban los saqueos que comenzaban a realizarse en
uno, dos, diez, cien, cientos de barrios de todo el país.
Nos fuimos con el coordinador
de los programas sociales de empresas a los barrios en dónde
trabajamos porque nos informaban que se estaban saqueando un
Carrefour que está al lado de estos barrios.
Cuando llegamos al barrio todo
era confuso. Cientos de personas de toda la zona se iban con los
carritos del supermercado llenos de todo lo que podían cargar en
ellos. Autos de los barrios cercanos recogían cosas que se llevaban
rápidamente.
Al entrar al barrio estaban los
dirigentes de sus organizaciones debajo de un árbol. Abatidos
moralmente. "Este no es el país que queremos", -nos
dicen como primer comentario. Algunos jóvenes que participan de
nuestros programas llevaban bolsas de alimentos. Algunos se escondían
de nosotros con vergüenza. Otros, nos miraban como pidiéndonos
disculpas...
Nos fuimos al salón
comunitario y nos pusimos a conversar. Al minuto, los dirigentes se
pusieron a llorar de impotencia. Los escuchamos. Y perdónenme
guardar aquellos comentarios tan íntimos y profundos.
Luego se sumaron algunos
jóvenes que no participaron en el saqueo. Uno de ellos, mientras
todo esto pasaba, se puso a inscribir a otros jóvenes para los
talleres de música y teatro que se iban a realizar en el barrio.
Silenciosamente, en medio de la impotencia generalizada, escribía
los nombres de los que se sumarían a estos talleres.
Eran las 18.00 cuando nos llamó
Laura diciendo que la avenida Cabildo era un caos. Que los negocios
cerraban y que las versiones decían que la gente venía hacia la
Plaza de Mayo.
Me fui a casa. Pude prender el
televisor. Allí, el caos. Todos lo pudimos ver. Por todos lados
saqueos, balazos, heridos, muertos. La gente con bronca. Mucha, mucha
bronca. Esto se expresaba en lo que se veía: No era sólo llevarse
alimentos. Se rompían vidrios, persianas, góndolas de
supermercados. Todo expresaba la bronca generalizada. Todo
descontrolado.
No tenía sentido estar mirando
todo esto por televisor. Me puse a llamar a algunos compañeros de
otras organizaciones para ver qué hacíamos. Mucha confusión. Nadie
sabe qué hacer. Un compañero me dice que habría que hablar con
Claudio Lozano. Entonces me decido ir a la sede central de la CTA.
Me fui en un remise. El
remisero tenía miedo pero fuimos igual. Allí estaban Víctor de
Gennaro, Luis D'Elía, Nora Cortinas, gente de HIJOS, del Instituto
movilizador de Fondos Cooperativos, Marta Maffei, algunos diputados
nacionales, dirigentes gremiales de distintos lugares del país,
Ariel Basteiro... Reunión de la Mesa Nacional del Frenapo. Le pido
a Víctor que me permita estar presente. Marta Maffei dice que no es
tiempo de tantas formalidades...
La reunión comienza con el
intercambio de información sobre lo que está pasando: "El
justicialismo ya decidió la caída de De La Rúa", "las
fuerzas armadas no quieren reprimir", "El decreto de Estado
de Sitio es anticonstitucional", "ha muerto un
dirigente de Ate Rosario en los hechos allí sucedidos"...
Todo es muy duro. De Gennaro anuncia que se ha decretado un paro
nacional. Y se exige al gobierno nacional que derogue inmediatamente
el Estado de Sitio.
Mientras estamos en la reunión,
habla el presidente de la nación. No lo escuchamos pero de golpe
comienza el estruendo. Miles y miles de cacerolas empiezan a sonar
por todos lados. La gente desde los balcones, en las casas, en las
calles, golpean ollas, platos, tapas, latas... El ruido se hace
increíblemente ensordecedor. Por todos lados lo mismo. La gente sale
espontáneamente a las calles. Por miles. Y en la calle primero
cantan y gritan. Pedimos que se vaya Cavallo. Luego, como movidos por
un mandato interior, algunos grupos se van a la Plaza de Mayo, otros
a la Plaza del Congreso.
La ciudad se vuelve un caos. Miles de
personas en las calles. Como nunca ví. Chicos, mujeres, ancianos.
Todos. La gente pide que los políticos se vayan. La gente dice que
está harta. Lo que más se escucha es "que se vayan".
La gente pide que "no me roben más."
Yo pienso que es importante volver a
casa a escribirles estas líneas. Me cuesta irme de todo el corazón
de este pueblo levantado y en la calle como nunca. Pienso en ustedes
y quiero contarles lo que estoy viviendo. Así. Sencillamente. Y me
vuelvo a casa.
Y mientras les escribo estas líneas
anuncian primero la renuncia de Cavallo y, luego, la de todos los
ministros del Gobierno. Son las 2.00 de la mañana. La noche será
muy larga. Todo esto pienso que recién comienza...
Y pienso con ustedes...
Hace meses que estamos diciendo que
esto así no va más. Lo hemos dicho -muchos de nosotros- de todas
las maneras posibles. Ahora esto se hace evidente sólo para los que
no quisieron ver antes. Esto se hace ahora muy difícil. El caos es
generalizado.
El 11 de setiembre dos aviones
impactaron en las torres gemelas y sacudieron el sistema
internacional avisando al mundo entero que, más allá de la
prepotencia de la guerra, si no hay cambios profundos en la manera de
entender el sistema económico mundial, ya no será posible la paz en
el planeta.
El 19 de diciembre marcará un
hito indudable en la historia de Argentina.
Es importante que pensemos cómo
se supera este estado de conmoción social tan profunda.
El pueblo -que de golpe empezó
a llamarse así y no gente, como el sistema neoliberal nos había
enseñado a llamar- el pueblo esta cansado. Harto. Sin esperanza. Con
hambre. Sin trabajo. Sin horizontes. Mientras tanto, algunos
insensatos se han seguido enriqueciendo descaradamente, obscenamente,
cerrando su corazón y esquivando la mirada de los miles que sufren y
lloran su exclusión.
Así no va. O hay una profunda
distribución de la riqueza; reinversión de los recursos;
inteligencia y sensatez política; honestidad y compromiso
patriótico... o todo será mucho más difícil. Ya quedan menos
opciones. Argentina se vuelve un llamado de atención para el mundo.
No es Afganistán. Sin embargo hay mucha hambre. La gente no da más.
¿Será porque estamos acostumbrados a comer? ¿Y estará mal eso?
La dirigencia política será la
primera que deberá responder. Debe dar una respuesta dentro del
sistema. Lamentablemente, no creo que acierten. Y el pueblo ya no les
dará más crédito. Ojalá me equivoque pero pienso que no serán
estos políticos y funcionarios quienes puedan dar las respuestas que
el país y su pueblo necesita.
¿Entonces? Habrá que buscar entre
los dirigentes no tradicionales. Entre muchos que, como ustedes,
tratan día a día de construir un país solidario y luchar contra la
pobreza.
Democracia real, organización social,
renovación ética y espiritual, reactivación económica. Son las
claves. Y los dirigentes que vendrán deberán transformarlas en
banderas.
¿Es una utopía? No lo sé. Pero es
la única posibilidad. Es el único proyecto verdaderamente
SUSTENTABLE.
Queridos amigos. Son las 02.30.
Seguiré mandándoles la información que pueda enviarles. Todo es
muy duro. Estoy muy triste. Quisiera poder aportarle a mi pueblo y a
mi país lo poco o mucho que esté a mi alcance. Siguen sonando las
cacerolas. Siguen sonando las bocinas. Nos seguimos preguntando cómo
serán las próximas horas. Mientras tanto, desde este lugar del
mundo desde dónde les escribo, sé que muchos de ustedes están aquí
conmigo, que estamos juntos. Y eso, en medio de todo lo que viví y
sigo viviendo hoy, es motivo de esperanza en medio de la noche.
Alberto César Croce
22
de diciembre de 2001
Comienza el sábado 22 de diciembre.
Es la 1.00 de la madrugada. Ayer, viernes, fue un día muy tenso en
Buenos Aires. Desde la mañana, luego del violentísimo jueves en el
cual, durante más de diez horas seguidas, hubo enfrentamientos,
violencia y muertes en el mismo centro de la ciudad.
La histórica Plaza de Mayo fue el
centro crítico de toda la represión. Quizás, la imagen más
patética fue la de la policía montada cargando contra las Madres de
Plaza de Mayo que hacían su tradicional ronda de los jueves. Como
nunca, todos los argentinos sentimos que la historia y la pesadilla
se nos venían encima con un dramatismo patético.
Por tarde, luego de la parodia final e
irrespetuosa del renunciante presidente, en la cual intentó hacernos
creer que pretendía demostrar un acto de grandeza cuando en realidad
ponía en evidencia una mezquindad inmensa tratando de minar aún más
la posibilidad de superar la inmensa crisis que vivimos.
Luego todo se precipitó. La noche del
centro de Buenos Aires fue caótica y la mañana del viernes encontró
a los argentinos pasmados.
La Asamblea Legislativa estaba
convocada para las 11.00 de la mañana. Finalmente se reunió y,
hacia el fin del día, el partido justicialista realizaba acuerdos
para encontrar salidas institucionales a la crisis.
En este marco, me parece necesario
hacer algunas reflexiones. Quiero compartirlas con todos ustedes.
¿Cómo construir el principio del
principio?
Hoy, en Argentina, hay dos grandes
grupos sociales que han reasumido un protagonismo inusitado que
genera un nuevo marco social que hay que tomar en cuenta.
Por una parte, están los pobres.
Millones de pobres en Argentina. Así, sin eufemismos. Los pobres. El
19 de diciembre por la mañana, miles y miles de pobres tomaron por
asalto los supermercados y aparecieron durante horas en las pantallas
de TV, no sólo del país, sino del mundo entero. "Lo que no
está en la televisión no existe" -dicen algunos. Pues
bien, de pronto, era evidente que los pobres existían. Y por miles.
Los pobres hoy reclaman, básica y
urgentemente dos cosas: TRABAJO Y ALIMENTOS. Pongámoslo como
queramos, démosle el orden que parezca más conveniente. Pero esto
es lo que reclaman. Quieren poder trabajar y necesitan alimentos.
Por otra parte, está la "clase
media", los dueños del "cacerolazo" del miércoles
por la noche. Estos miles y miles de personas exigieron la renuncia
de Cavallo y de De La Rúa. Pero iban por más. ¿Qué quiere este
sector?
Escuchando a la gente estos días, me
pareció comprender que quieren cosas muy concretas, para empezar a
devolver el crédito al sector político. Quieren disminuir a la
mitad los diputados y senadores. Limitar el número de asesores de
estos legisladores. Que reduzcan su sueldo a la mitad, Que eliminen
las jubilaciones de privilegio. Que cambien los jueces de la Suprema
Corte de Justicia, ya excesivamente descalificados.
En el punto en que ambos grupos están
de acuerdo, más o menos expresamente, es la necesidad de un cambio
muy profundo de la política económica. Días antes de este
estallido, más de 2.500.000 ciudadanos lo reclamaron claramente en
la consulta popular organizado por el FRENAPO.
Ante esta situación, es urgente que
los políticos argentinos tomen en cuenta que deben dar respuesta a
estas cuestiones señaladas más arriba. Si las respuestas que dé la
Asamblea Legislativa se limitan a garantizar la formalidad
institucional pero no abren la puerta a las reformas arriba
mencionadas, el pueblo -que está muy movilizado- no resistirá esta
nueva traición de su clase política. Y va a reaccionar con dureza.
Los primeros datos que tenemos a estas
horas de la madrugada es que el justicialismo ha cerrado un acuerdo
que cristalizará esta tarde en el Congreso. Sin embargo, no hemos
escuchado nada de propuestas y alternativas. Es necesario entonces
comprender que no se podrá soportar un "acuerdo electoral"
del sector político que no tenga respuestas claras para las clases
medias y para los pobres.
La "unidad" de los políticos
puede transformarse en un mero acto corporativo si la gente no siente
que se están teniendo en cuenta estas demandas.
Cualquier negación de esta realidad
está seriamente comprometida en sus posibilidades de éxito.
Esta tarde, posiblemente, cientos de
personas, quizás miles de personas, estarán a las puertas de la
Legislatura exigiéndole al Congreso de la Nación que tenga en
cuenta estas necesidades.
Si la corporación política no
acierta en una respuesta representativa razonable, creo que la crisis
puede precipitarse y agravarse aún más en cuestión de horas.
Si esto sucediera, la noche de
Argentina se extenderá aún más, a la espera de la construcción de
alguna nueva alternativa que se volverá indispensable.
El sistema político tiene entonces
una nueva chance (la última de estos políticos). Si la dilapida, se
pone y nos pone a la deriva.
Hoy, mientras la gente en la calle
decía y repetía hasta el cansancio, en miles de charlas
espontáneas: "¿Qué pasará de ahora en adelante? ¿En qué
puede terminar todo esto?", los políticos parecían una vez
más no entender el mensaje que la sociedad les había dejado.
Quisiera repetirlo con fuerza: NO
ALCANZA CON HABLAR DE DOLARIZACIÓN O DEVALUACIÓN. De eso venimos
hablando desde hace meses. No hay autoridad moral para hablar de
estos temas macroeconómicos sin definiciones claras en lo
ético-político.
Los pobres de Argentina necesitan
sentir claramente que quien gobierna comparte una sensibilidad
sincera por su dramática situación actual. Cualquier payasada
mediática puede provocar un incendio.
Las clases medias de Argentina
necesitan sentir que los políticos entendieron el cacerolazo del
miércoles por la noche. Dijimos "basta de Cavallo", "basta
de De La Rúa", Y BASTA DE TODO LO QUE SE LES PAREZCA.
Es la oportunidad de estos políticos
para demostrarnos que son capaces de liderar un proceso de
transformación en Argentina. Una oportunidad histórica y única.
Es un momento de delicadeza extrema.
Más de 25 muertos pesan sobre esta oportunidad. La realidad no da
para más. Hay grandes intereses encontrados en la Argentina y no es
posible conciliarlos a todos con las necesidades de las mayorías.
Quienes asuman el gobierno deberán
hacer rupturas fuertes con los sectores que nos han llevado a esta
situación desesperante. Insistir en el mismo camino sería necio y
suicida. Y pondría a los políticos en la situación de conspirar
contra la democracia.
Por ello, el clamor del pueblo, este
sufrido y vapuleado pueblo argentino, es decirle y exigirle
claramente a los políticos: DEFIENDAN LA DEMOCRACIA. NO LA
DESTRUYAN. NO CONSPIREN CONTRA LAS INSTITUCIONES. NO TENDRAN PERDON
SI LO HACEN.
Alberto César Croce
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