Nuestra comunidad está viviendo un sacudón profundo. El agua “tapó” a muchos de nosotros. Las casas se llenaron de agua, de oscuridad, de angustias. La inundación nos tomó de sorpresa en la noche. Y se llevó a muchos y muchas de los nuestros. Sobre todo, abuelas y abuelas que no pudieron escapar de las trampas crueles en la que se transformaron los que eran hogares unas horas antes.
Pero no quedó todo ahí. De pronto, una reacción muy fuerte apareció en una sociedad que no terminaba de abrir los ojos a la tragedia. A los primeros que vi fue a militantes políticos muy jóvenes que se “pararon” en los barrios para ayudar. La mayoría no tenía nada. Porque eran jóvenes de los mismos barrios. Pero se pusieron de pie y se pusieron a ayudar. Lo que tenían era tiempo y lo pusieron a disposición.
No eran pocos. Eran miles. Sobre todo de las agrupaciones kirchneristas que tuvieron rápidamente que ponerse de acuerdo y poner en práctica la consigna de “Unidos, Organizados y Solidarios”.
No sé si eso “movió” los corazones o qué fue, pero de pronto, miles y miles de personas empezaron a colaborar trayendo todo lo que podían y más. Los centros de recepción de ayudas se multiplicaron. Camiones y camiones desde todo el país llegando con alimentos, ropa, muebles, medicamentos, agua…
La sociedad se conmovió por esta gran reacción que sorprendió a todos.
Recién se está comenzando a reconstruir lo dañado y no hemos terminado de llorar a nuestros muertos, tendremos que pensar mucho sobre lo que está pasando. Una tragedia que se va transformando en una oportunidad maravillosa de redescubrirnos como pueblo.
Quiero compartir con ustedes sólo dos elementos para alimentar esta reflexión:
El compromiso de los jóvenes ha sido y está siendo extraordinario. Quise escribir estas líneas no en cualquier parte. Estoy en una de las sedes del Movimiento Evita en donde muchos jóvenes están juntando cosas, buscando herramientas para dedicar sábado y domingo en La Plata y Vicente López para reconstruir lo destruido. Están buscando las bolsas de dormir para poder quedarse en los barrios a trabajar. El compromiso de los jóvenes no es nuevo. Pero no me animo a afirmar que siempre tuvo esta magnitud. Y son jóvenes militantes políticos y sociales. No vinieron hoy por la inundación. Estaban ya. Pero muchos no los veían. O sólo los criticaban sin conocerlos. Esto va a traer consecuencias. Y MUY BUENAS! La inundación provocó una situación que nos ha sorprendido y acariciado las almas.
La segunda cuestión, al ver tanta solidaridad de parte del pueblo, me hace afirmar que “el neoliberalismo egoísta e individualista” no nos pudo derrotar. No pudo con la solidaridad de la gente. Porque ser solidario es “hacerse cargo” del otro. No “ayudarlo” sino “hacerse cargo”, “ponerse al otro al hombro” cuando no puede, cuando parece derrotado, cuando necesita otro que sea, finalmente, su hermano o hermana.
Tanta insistencia, tanto adoctrinamiento para el “sálvese quien pueda”, para el individualismo, no pudo vencer un corazón comprometido y solidario que sigue latiendo en nuestro pueblo y del que hoy me siento orgulloso.
Como ha dicho nuestra presidenta: “La Patria es el otro”. La inmensa mayoría del pueblo argentino está dando una fuerte señal de soberanía popular. De la verdadera.
Ahora es tiempo de seguir arremangados. Hay mucho trabajo por delante.
Alberto Croce
Fundación SES - Red Encuentro
5 de abril de 2013
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