viernes, 16 de julio de 2010

Compartiendo reflexiones sobre las Organizaciones Sociales



Movimientos y Organizaciones Sociales: dinamizadores de lo público en la expansión de los derechos


Alberto Croce
Fundación SES
15 de julio de 2010


Ayer nuestro país vivió una jornada particularmente histórica. La aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario. Pasarán los años y, más allá de los debates lógicos por las posiciones diferentes que existen sobre estos temas en todas las sociedades, recordaremos este día como una jornada importante de expansión de derechos y mejor calidad de vida para todos y todas.

Quisiera aprovechar esta oportunidad para reflexionar sobre otro hecho que está por debajo de esta noticia y que puede pasar desapercibido para muchos: el lugar de las organizaciones y movimientos sociales en estas conquistas.

En los últimos años, al menos en los que a mi generación le ha tocado tener algún protagonismo y sobre el que podemos tener mayor conciencia, hemos tenido muchos logros que, objetivamente, tuvieron lugar a partir de la movilización de organizaciones y movimientos sociales.

La lucha por la recuperación de la democracia y, junto con ella, la reivindicación de la centralidad de los derechos humanos y la denuncia de la impunidad, fue llevada adelante principalmente por lo que genéricamente llamábamos “organismos” y eran organizaciones ciudadanas y militantes.

Más cercanamente, los 21 puntos de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, fueron la base de principios que inspiró la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la militancia ciudadana de miles de organizaciones sociales, en las calles del país, fueron las que sostuvieron las decisiones finales que tomó el parlamento nacional.

La Asignación Universal por Hijo fue bandera de lucha de muchas organizaciones de todo el país que agrupadas en distintas redes y espacios, como lo fueron el FRENAPO o la Campaña Argentina de Lucha contra las causas de la Pobreza, entre otras, mantuvieron el reclamo y la propuesta en alto durante muchos años en los que nadie hablaba del tema en Argentina.

Ahora, la lucha del movimiento LGTB en sus diversas expresiones, con el apoyo de muchas más organizaciones y movimientos que han sabido encontrarse en las luchas, foros y espacios de articulación, tiene su momento de festejo al aprobarse la Ley de Matrimonio Igualitario.

Pero la historia afortunadamente no acaba aquí y podremos sumar las luchas y propuestas de los movimientos ambientales, en defensa de los pueblos originarios, por la educación popular, etc.

Para que esta mirada no quede incompleta hay que afirmar con reconocimiento y alegría que no pocas veces, aunque no siempre, también sectores importantes del mundo sindical acompañaron estas demandas, tanto en los foros como en la calle. Finalmente, las agendas de temas y reivindicaciones terminan siendo recogidas por algunos partidos políticos y los representantes democráticos que tenemos en los diferentes espacios legislativos o en las instancias del Poder Ejecutivo y se convierten en Políticas Públicas.

No siempre es así, porque otros procesos positivos para nuestros pueblos surgen de las iniciativas originadas en los partidos y frentes políticos o en las organizaciones del movimiento obrero y hasta de algunos sectores académicos.

No es intención de estas líneas tratar de identificar quién tiene más mérito en estos caminares. Sería, a mi entender, una pérdida de tiempo. Lo que creo importante es constatar el lugar positivo e indiscutible de las organizaciones y movimientos sociales en muchos de estos procesos que mejoran la calidad de vida de nuestros pueblos, especialmente en los últimos años.

Por ello creemos con la mayor convicción que una sociedad es mejor cuando tiene movimientos y organizaciones sociales con vitalidad, capacidad de movilización, de estudio y de propuesta y participa con aportes significativos en la vida pública. Por ello afirmamos repetidamente que la “Sociedad Movilizada y Organizada” es un Bien Público que el conjunto de la sociedad tiene que ocuparse de alentar, sostener y acrecentar y el Estado tiene que valorar, escuchar, generar espacios auténticos de participación, facilitarle las posibilidades de desarrollo y dejarse interpelar positivamente para alcanzar el bien común y para expandir las fronteras de los derechos.

En el debate en el Senado Nacional, el senador Daniel Filmus decía que “la historia es la conquista de los derechos” y, desde hace mucho tiempo, son, las organizaciones y movimientos sociales, espacios privilegiados para detectar estos derechos, imaginar estrategias para ampliarlos, trabajar comprometidamente para lograrlo. O sea, mucho de la historia que nos toca vivir y hacer es protagonizada –nunca en soledad- por las organizaciones y movimientos sociales.

También es necesario afirmar que esa –y no otra- es la principal misión de las organizaciones: promover y expandir los derechos. Cuando una organización social busca defender privilegios, acomodarse, hacer corporativismo… traiciona su propia razón de ser. Y, además, perjudica notablemente al conjunto de todas las otras.

Festejemos este nuevo logro y reafirmemos nuestra voluntad de luchar por los derechos de todos y todas, de acuerdo con la misión y vocación institucional de cada organización. Ojalá los gobiernos puedan cada vez más animarse al desafío de entender a esta sociedad organizada y movilizada como un Bien Público y necesario para construir una sociedad y un mundo mejor. Ojalá las mismas organizaciones podamos exigirnos para mejorar también la calidad organizacional de nuestro propio espacio para orientarnos decididamente a la promoción de los derechos de primera, segunda y tercera generación.

“Otro mundo es posible” pero se construye entre todos, con las particularidades de cada uno y con la convicción de que la justicia, la solidaridad y la soberanía, solo se alcanzan con lucha, trabajo, compromiso y grandeza.

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