miércoles, 14 de abril de 2010
Artículo sobre Responsabilidad Social Empresaria
Desafíos educativos para la Responsabilidad Social Empresaria
Por Alberto Croce*
Artículo publicado en el boletín de IARSE y en INFOPACI
Las temáticas educativas han ido ganando un lugar preponderante en la agenda social de Argentina en los últimos 10 años. Y eso ha permitido que sea posible identificar acciones y decisiones que han puesto de manifiesto esta centralidad.
La Educación, desde una perspectiva integral de la misma, es a la vez un “problema” y un “camino de solución”. Cuando se la considera desde la primera perspectiva se señalan grandes carencias y deudas sociales e institucionales en referencia a esta cuestión: Miles niños en su primera infancia que no cuentan con vacantes en el nivel inicial, cientos de miles de adolescentes aún fuera de la escuela, adultos que no han finalizado su educación básica o que ni siquiera están alfabetizados, minorías importantes que no participan del sistema educativo de manera formal… son algunas de estas deudas importantes. Pero, al mismo tiempo, cuando se la considera como “camino”, existe un gran consenso social sobre la necesidad de potenciar y fortalecer los procesos educativos para lograr una sociedad más integrada, superar injusticias estructurales, erradicar la pobreza, construir una ciudadanía activa, aumentar los niveles y la calidad de la producción nacional, expresar y garantizar las intenciones de la Constitución y de las Leyes que la regulan.
En este marco, muchas empresas deciden priorizar sus inversiones sociales en el campo educativo. Y, de hecho, concurren al financiamiento y sostenimiento de no pocas iniciativas educativas a lo largo y ancho del país. Iniciativas de distinto nivel de alcance e impacto. Es importante, entonces, tener en cuenta algunos criterios importantes a la hora de tener que diseñar estas acciones y tomar decisiones operativas.
La responsabilidad social de las empresas debe, aunque resulte casi una obviedad decirlo, actuar con “responsabilidad”. Los procesos educativos son largos y no pueden asimilarse con acciones de respuesta a situaciones de calamidad o de urgencia. La inversión educativa tiene que considerar necesariamente el largo plazo, algo que no muchas empresas están convencidas a asumir. Apoyar un programa educativo por dos o tres años no resulta una decisión muy inteligente socialmente hablando. Es cierto que las crisis o dificultades que una empresa pueda tener que sobrellevar, compromete la continuidad de cualquier inversión. Pero, de no ser así, una decisión empresarial en el área educativa debería incluir el largo plazo de manera casi inherente a su misma naturaleza.
Por otra parte, es importante que estas inversiones acompañen, complementen o expandan las importantes decisiones e inversiones que se están haciendo desde las Políticas Educativas nacionales y provinciales, al menos en sus grandes orientaciones. Sobre todo teniendo en cuenta los importantes pendientes que hemos mencionado más arriba.
La otra alternativa que se presenta es que, con financiamiento de empresas, se puedan apoyar procesos o proyectos educativos innovadores a la manera de “inversiones de riesgo”, pedagógicamente hablando. Este tipo de apoyos permite desarrollar acciones que luego pueden ser asumidas por las Políticas Públicas, una vez demostrada su capacidad de eficacia. Pero también pueden conllevar, por ser inversiones de riesgo e innovación, grados importantes de fracasos, algo que las empresas saben comprender por su propia naturaleza emprendedora.
En estos casos, la exposición es alta, pero las posibilidades de éxito y desarrollo, lo son más cuando estas experiencias demuestran ser exitosas.
Por último, quisiéramos señalar la importancia de que las empresas reconozcan que no son ONGs y que no deben considerarse especialistas en áreas que no son de su incumbencia, aún cuando busquen contratar expertos para llevarlas adelante. La “ONGecización” de las áreas de responsabilidad social empresaria es una desviación metodológica e institucional, que hemos criticado en distintos ámbitos y espacios de debate. Estas decisiones que buscan asemejar a ciertas áreas dentro de las compañías a lo que puede ser o hacer una ONG, nos parece a la larga un error muy importante. No pocas veces, esto termina provocando que las empresas contraten a Organizaciones para “tercerizar” sus propias decisiones sociales. Estamos convencidos que las inversiones sociales deben hacerse a través de organizaciones e instituciones con desarrollo temático o territorial en la problemática, aprender de estas alianzas y hacer que estos aprendizajes fluyan dentro de la misma empresa para inspirar otras decisiones en los campos que le son específicos.
*Por Prof. Alberto César Croce
Director Ejecutivo de Fundación SES
Fuente: Boletín electrónico “Empresas x la Infancia”: boletin@empresasxlainfancia.org
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