viernes, 15 de junio de 2012

La Trampa Verde: Nota en la Revista 23


Fundación SES participará en la Cumbre de los Pueblos de Río+20 a partir de mañana.
En la revista 23 se hizo esta nota que adjuntamos aquí en la cual participamos.
El sugestivo título de la "trampa verde" permite comprender parte de las discusiones que están presentes en esta crucial cumbre sobre el Desarrollo Sustentable.
Iremos informando, a los amigos del blog, sobre lo que allí vaya sucediendo.


El encuentro internacional de Río+20 enfrentará otra vez al Norte con el Sur. Cómo los países centrales pretenden usar los graves problemas ecológicos del planeta para frenar el crecimiento del Tercer Mundo. Mirá la galería de fotos.

Alguna vez, el genial escritor Eduardo Galeano graficó en el libro Patas Arriba. La Escuela del Mundo Al Revés: “La línea del ecuador no atraviesa por la mitad el mapamundi que aprendimos en la escuela. Hace más de medio siglo, el investigador alemán Arno Peters advirtió esto que todos habían mirado pero nadie había visto: el rey de la geografía estaba desnudo. El mapamundi que nos enseñaron otorga dos tercios al norte y un tercio al sur. Europa es, en el mapa, más extensa que América latina, aunque en realidad América latina duplica la superficie de Europa. (…) El mapa miente. La geografía tradicional roba el espacio, como la economía imperial roba la riqueza, la historia oficial roba la memoria y la cultura formal roba la palabra”. En la víspera de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, conocida como la “Cumbre de la Tierra Río+20”, las palabras del intelectual uruguayo relativas al poder que el Norte impone sobre el Sur cobran especial vigencia.

El encuentro del que participarán más de cien países y se realizará entre el 20 y el 22 de junio próximos en Río de Janeiro, Brasil, es considerado un nuevo intento de Naciones Unidas para “avanzar en el compromiso de los Estados y la comunidad mundial en los grandes cambios de este siglo XXI”, según se lee en el Portal Río+20. Pero no todo es tan diáfano como se supone. Detrás de esta idea bienintencionada se esconde una fuerte disputa entre las naciones centrales y los países emergentes, nucleados en el G-77 más China, sobre las nociones ambientalistas.

“Estamos camino a una guerra comercial”, sentenció Silvia Révora, subsecretaria de Planificación y Política Ambiental de la Nación, en diálogo con Veintitrés. Es que detrás del concepto “economía verde”, que los países centrales promueven como eje del modo productivo del nuevo milenio, se esconden trampas de diferentes colores. “La Naciones Unidas definieron una temática para esta cumbre que es la de ‘economía verde’ para la erradicación de la pobreza y la gobernanza ambiental. Se institucionaliza cómo a nivel global se va a dirigir la cuestión ambiental del planeta. Y es a través de esta herramienta que nos quieren trasladar el costo de su crisis a nosotros”, agregó Révora, quien explicó que la Argentina y América latina en su conjunto promueven hablar de desarrollo sustentable, un concepto más abarcativo que el de economía ecológica.

Los negocios que se vislumbran ante un escenario mundial de “economía verde” son variados. “Detrás de esta historia están las grandes empresas que buscan hacer negocios –afirmó Alberto Croce, presidente de la Red de Encuentro y de la Red Latindadd, quien participará de la cumbre–. Algunas empresas, con la excusa del control ambiental, se volverán certificadoras. Otras buscarán posicionarse de otra forma: por ejemplo, condicionando que ciertos productos deban consumirse bajo ciertos estándares de producción. Así, unas empresas podrán producir y otras no. Detrás de los países están las empresas que muchas veces tienen más poder que los mismos países”.

“A la economía se le pone el ‘apellido verde’ para que suene a ecológico. Pero bajo esa idea se esconden muchas cosas –sostuvo Croce–. Por ejemplo, frente a la realidad objetiva de que se está dañando muy gravemente el medio ambiente hay que resaltar que hubo responsabilidades previas. No todos fuimos parte de lo que llevó a la situación actual”.

En relación a la primera cumbre de este tipo, que también se realizó en Río, hace 20 años, se estableció que cada país pagaría el costo de la crisis ambiental de acuerdo con su responsabilidad. Pero algo se quebró en estas dos décadas. “El gran retroceso –explicó Révora– es que los países centrales quieren que el costo de la crisis ambiental planetaria que ellos han provocado desde la Revolución Industrial, ahora la asumamos todos: los países, ricos, medianos y pobres, todos por igual. Y esto no puede ser así”.

El senador del Frente para la Victoria Daniel Filmus, quien participó de las jornadas “Argentina-Río+20” en la Cámara alta, le dijo a Veintitrés: “Nosotros no observamos muchos avances en los últimos 20 años. Se declamó más que lo que se ha cumplido. Hay responsabilidades diferentes. Quienes producen centralmente los peligros de contaminación y los que hace siglos están generando las condiciones para el calentamiento global y la depredación de recursos son los países centrales. Justamente, los que quieren condicionar el desarrollo de los países emergentes con sus medidas. Vemos con preocupación la idea de sustituir el desarrollo sustentable por el de economía verde. Para nosotros, el desarrollo sostenible implica todas las dimensiones del desarrollo y no sólo el cuidado de los recursos naturales. Esto incluye el combate contra la pobreza y una mayor igualdad social”.

Ante esta postura, el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, afirmó durante las mismas jornadas que se realizaron durante la semana pasada: “El cuidado del ambiente es de todos pero hay responsables. Los que causaron la gran catástrofe ambiental del planeta hoy nos vienen a dar lecciones y a decirnos que este problema lo tienen que arreglar todos juntos. Queda muy claro que no. No vamos a permitir que los que hace más de 200 años están contaminando el planeta digan que lo tenemos que arreglar todos juntos. Lo tienen que arreglar ellos, y nosotros seremos los fiscales”, sentenció, contundente.

La posición que Abal Medina expuso en el Senado es la que profundizará en Río. Y no estará sola en su ponencia. La postura nacional quedó plasmada en dos documentos regionales: en el documento de Buenos Aires, que firmaron los países miembros del Mercosur más Chile, y en el documento de Quito firmado por 31 ministros de Ambiente de la región el 3 de febrero de este año.
Los países de América latina plantean que las posturas de los países centrales implicarían un fuerte freno para su desarrollo. Explicó Révora a esta revista: “Ellos están en una crisis muy profunda y evaluaron que con la economía verde y poniendo parámetros en la producción de bienes y servicios –ya que cuentan con la tecnología– van a relanzar sus mercados. El G-77 más China, casi unánimemente, hemos dicho no a este concepto de economía verde que se traduce en instrumentos de mercado que tienen un gran efecto en el comercio internacional”.

El miedo es que a través de la economía verde se esconda un mecanismo por el cual los países centrales levanten trabas aduaneras y proteccionistas utilizando tecnología y desarrollo científico que muchos países no tienen. “Los países emergentes y América latina en particular no firmarán una resolución en Río si no estamos de acuerdo”, afirmó Filmus.

Beatriz Anchorena, directora ejecutiva de la Fundación Compromiso y quien viajará a la cumbre, consideró que “el concepto de economía verde le quita los aspectos sociales al tema del desarrollo sustentable. Un gran error es que se instale que en Río sólo vamos a hablar de ambiente. El desarrollo sustentable no es sólo ambiental. O por lo menos, lo ambiental es social. Nosotros planteamos que debe existir una convergencia de intereses para un desarrollo sustentable real”.

A estas cuestiones, Croce sumó que las organizaciones sociales observan una tendencia de privatizar toda la naturaleza y todos los ecosistemas. “También nos preocupa que no se cambie el patrón extractivista que se tiene de la naturaleza. Y se vuelve a poner los países del sur como proveedores de materia prima y a los países del norte como elaboradores –prosiguió el presidente de la Fundación SES–. Entonces, como somos los que pusimos la materia prima, estamos más expuestos al medio ambiente y aparecemos como destructores de la naturaleza. Desde América latina, muchos pueblos, a su vez, plantean una política de derechos humanos de la Madre Tierra”.

Acaso un ejemplo, relatado por el escritor Jorge Orduna, autor del libro Ecofascismo, grafique el real interés de las naciones centrales en la ecología. “Un caso fundamental para comprender la postura de los países centrales sobre el medio ambiente –relató Orduna– es lo que sucedió en una represa que se encuentra en el parque Yasuni, en Ecuador, donde se encontró petróleo. Como se trata de un área de biodiversidad ubicada en la Amazonia, el gobierno ecuatoriano propuso la conversión del espacio en área protegida. Su intención era no explotarlo a cambio de que los países desarrollados aportaran la mitad del valor de lo que Ecuador obtendría por el petróleo. Pusieron el dedo en la llaga. Los países centrales debieron haber respondido afirmativamente, si es cierta su voluntad ecológica. Pero el petróleo fue más fuerte. Hasta el momento no han aportado el dinero. Se trata de un caso paradigmático”.

Ante este escenario, y bajo el sol carioca, la Argentina y América latina en su conjunto intentarán doblegar las presiones (históricas) de los países centrales durante la Cumbre de la Tierra. Un debate que zanjará el devenir del siglo XXI
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No a la imposición

Silvia Révora es subsecretaria de Planificación y Política Ambiental de la Nación y fue una de las representantes de la Argentina en las diferentes reuniones que se realizaron sobre los puntos a desarrollar en la Cumbre de la Tierra Río+20. “El concepto de desarrollo sustentable que nosotros tenemos implica la distribución de la riqueza –explicó, en diálogo con Veintitrés–. Abarca al conjunto de políticas sociales, económicas y ambientales que definen un país. Por eso le decimos ‘no’ a esta imposición de economía verde y sí a un desarrollo soberano, donde manejemos los recursos en base a nuestras realidades”.

–¿Cuál es la postura de los países centrales?

–Ellos están en una crisis muy profunda y evaluaron que con la economía verde y poniendo parámetros en la producción de bienes y servicios –ya que cuentan con la tecnología– van a relanzar sus mercados. El G-77 más China, casi unánimemente, hemos dicho no a este concepto de economía verde que se traduce en instrumentos de mercado que tienen un gran efecto en el comercio internacional. Y eso es lo que va a suceder si nosotros como países en desarrollo aceptamos esta imposición de los países centrales.

–¿Por qué?

–La UE ya tiene algunas normas en este sentido. Por ejemplo, el impuesto al carbono que quiere aplicar a toda la aviación comercial civil es resistido no sólo por la Argentina, sino por China y hasta por Estados Unidos. Pretenden aplicar un impuesto sobre la cantidad de emisión de carbono que una aeronave emite desde que despega hasta que aterriza. Es decir, desde Ezeiza hasta llegar a Madrid, por ejemplo. Podrían, si quieren, aplicar el impuesto al carbono desde que comienza el espacio aéreo europeo. Pero desde la Argentina estarían violando normas internacionales. Es un avasallamiento de la soberanía. Y Francia sacó una ley de etiquetado donde cada producto deberá tener la cantidad de carbono que requirió para ser producido. Estamos tan lejos de los centros de consumo que salimos sumamente perjudicados. No vamos a poder competir. Europa quiere imponer restricciones arancelarias a los países emergentes para el desarrollo cerrando los mercados.
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Opinión

Juan Manuel Abal Medina
Jefe de Gabinete

Lo que debemos hacer los países que no causamos la catástrofe ambiental es decir que el cuidado del ambiente es de todos. Pero que hay responsables. Los que causaron la catástrofe ambiental del planeta hoy nos vienen a dar lecciones y a decirnos que este problema lo tienen que arreglar todos juntos. Queda muy claro que no. No vamos a permitir que los que hace más de 200 años están contaminando el planeta digan que lo tenemos que arreglar nosotros. Lo tienen que arreglar ellos, y nosotros seremos los primeros fiscales”.
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Opinión

Alberto Croce
Presidente de la Red de Encuentro y de la Red Latindadd

Para las organizaciones, en Río+20 se pone en cuestión la idea de desarrollo sustentable. La pregunta central es hacia dónde queremos ir. Muchos países están planteando el ‘buen vivir’ en lugar del ‘vivir mejor’. Esto implica una armonía entre las personas y la naturaleza. La trampa verde consiste en que nos quieren vender más del mismo sistema económico con un poco de cuidado del ambiente. Le ponen la palabra verde para que parezca como un cambio de aire”.
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Opinión

Jorge Orduna
Autor de “Ecofascismo”

El discurso ecológico dominante llegó hace más de 10 años; era un discurso único que tenía sus bemoles. Existe una ecología redactada por el Primer mundo para uso del Tercero. En la Argentina el tema es ambiguo. Los problemas medioambientales deben ser tratados particularmente. Nadie puede decirle no a la minería porque quien tenga una mínima formación científica sabe que es una barbaridad. Pero tampoco puede permitirse cualquier explotación minera. Hay muchos intereses mezclados”.

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Opinión

Daniel Filmus
Senador por el Frente para la Victoria

Vemos con preocupación la idea de sustituir la idea de desarrollo sustentable por el de economía verde. El tema de la economía verde puede ser una dimensión más del desarrollo sostenible. Para nosotros, este concepto implica todas las dimensiones del desarrollo: el cuidado de los recursos naturales, el combate contra la pobreza, el crecimiento con igualdad social y hasta la igualdad intergeneracional. Debemos garantizar una mejor distribución de la riqueza y así como los derechos de las nuevas generaciones.

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